lunes, 9 de marzo de 2015

EL AMOR DE CRISTO NOS CONSTRIÑE.


Estar en la Gracia no es tan fácil como algunos podrían pensar, menos si se es pastor o tenemos un llamado ministerial. Porque quien está en la Gracia posee un corazón sensible –no digo que aquellos que no concuerdan con esta mirada no lo sean también- a la soledad del otro, a sus dilemas de fe, a sus dudas. Diría que nuestro llamado es a comprender a seres especiales, a personas diferentes, a veces cuestionadoras de la Iglesia tradicional o como ha sido conocida hasta ahora.

Nos ha tocado compartir con muchas personas que buscan a Dios fuera de las estructuras eclesiales. Si no tuviese el ministerio de la Gracia, las rechazaría, quizás las catalogaría como rebeldes, perdidos, incrédulos, individuos no sujetos, falsos cristianos y otros calificativos, faltos de amor, por cierto. He entendido que el verdadero va más allá de nuestras fronteras mentales, porque el amor de Dios es como Él, inmenso, una de las características de la Divinidad.
También han llamado a nuestra puerta hombres y mujeres esotéricos, orientalistas, con enfoques místicos distintos y no por eso despreciables o perdidos. Ellos con sus meditaciones, karmas, mandalas y todo tipo de prácticas y conceptos tan distintos al cristianismo, también son personas necesitadas de la comprensión y amor de Dios, ese Dios que también ilumina al oriente del planeta. ¿Por qué satanizar todo lo que no se ajusta a nuestra doctrina cristiana?
Abrir el corazón al que es distinto por razones sociales, psicológicas, físicas, emocionales o filosóficas, es una clave para la práctica del Evangelio que Jesús nos enseñó. Él atendió a la mujer extranjera y despreciada por los judíos, allí en el pozo de Jacob. Él mandó a sus discípulos que fuesen “a las ovejas perdidas de Israel”. Su último mandato fue ir a hacer discípulos “hasta lo último de la tierra”, allí no habría precisamente ortodoxia cristiana. Debemos los ministros de Dios y todo hermano, estar preparados para atender a los que son distintos, piensan y sienten diferente a nosotros.
Tolerancia, comprensión, humildad, misericordia, son virtudes que necesitamos desarrollar en un mundo complejo, donde la fe cristiana va perdiendo popularidad. La Gracia es la clave para un encuentro de las personas y los grupos con Jesús de Nazaret.

“11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. / 12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. / 13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. / 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; / 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5:11-15)

 

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